Páginas

miércoles, 23 de abril de 2014

El cielo de Cora

Cora soñaba con saltar de rama en rama, poder pararse en cada momento en la cima de las mismas, para así mirar tranquilamente a su alrededor.
Ese deseo intenso probablemente venía de su niñez, una infancia muy alegre, rodeada siempre de la belleza de las plantas, animales y flores de múltiples colores.
Cora vivía en un pequeño pueblo costero bastante alejado de la ciudad, por lo que apenas tenía con quien jugar e imaginar juegos, ya que no había niños ni niñas de su edad, su papá y mamá trabajaban duramente labrando sus tierras y los más mayores veían una pérdida de tiempo jugar.
Así que Cora se aburría muchísimo, tanto que decidió hacer actividades en las que pudiera disfrutar ella sola, así que muchas tardes de otoño e invierno las pasaba leyendo y cantando, y muchas tardes de primavera y verano las pasaba mirando a los animales en su hábitat natural y nadando en el mar.
Cuando se acerca a la orilla del mar le encantaba sentir las olas, ver los cangrejos zambullirse y las gaviotas volar.
Cuando se adentraba en el bosque próximo a su hogar, le gustaba mirar las ardillas por los árboles corrotear y en especial a una gata que siempre saltaba a toda velocidad de rama en rama, llegando hasta el tejado de su casa.
La gata siempre sigilosamente se acercaba a su ventana, en busca de algo que comer cada mañana, cada tarde y cada noche, haciendo amagos a veces de intentar entrar por la misma, pero al principio se contenía, tenía miedo, hasta que cogió confianza con Cora.
Era una gata negra como una noche sin luna, suave como el terciopelo, dulce como el aroma de una flor y la canela. Por su dulzura decidió llamarla Canela, le encantaba dormir junto a Cora, apoyándose en sus piernas y que le acariciara una y otra vez.
A medida que ambas crecían la ternura inundaba cada rincón de su habitación, y juntas siempre se divertian.
Un día cualquiera, mientras Canela tranquilamente dormía, la madre de Cora se les acercó, les dio un beso y a Cora le preguntó: ¿Cuál es el cielo de Canela, el que han construido para ella o el que ella quiera construir?
Cora pensativa no sabía que decir, primero pensó en ella misma, imaginando que ambos son su cielo, pero que tiene que prevalecer el que quiera construir junto a quienes quiere, y creía que lo mismo sería para Canela, así que eso le contestó a su madre y con una bonita sonrisa se fue a dormir.
A la mañana siguiente subió con Canela a lo alto de un árbol, le miró a los ojos diciéndole: Canela formas parte de mi cielo, y me gustaría formar parte del tuyo.


23-4-2014 by @NoeBranford

Este mini cuento se lo dedico a Carol
(@aliena242), una dulce chica y una
maestra con gran corazón que
me regaló esta bonita imagen para
mi blog, la cual me inspiró para
 poder hilar parte de esta historia.
Espero que te guste, pensado
con cariño en un ratito el
día del libro.